miércoles, 28 de agosto de 2013

TECLEANDO EN VERANO (VI)

Lobo Gris

Viene de Atia y Servilia





Hay quienes afirman, totalmente convencidos, que los animales carecen de entendimiento y razonamiento. Nada más falso, son como las personas, buenos o malos, según, y en cuanto a inteligencia, suelen gozar de ella más que muchos de los humanos, el problema es que no pueden mostrarlo, ya que suelen "tocarles" humanos de pocas luces que se limitan a reírles las gracias.

Lobo Gris vigilaba a los romanos tras el vidrio. Sabía lo que pensaba cada uno de ellos, era él quien debería, en ausencia de la mujer, activar el dispositivo para aislar a todos entre ellos en caso de necesidad. ¿Qué dispositivo? Una simple nota de su voz. Así de fácil y sencillo.
También sabía que nadie podía obligarle a ponerse delante de una puerta para abrirla. Muerto o inconsciente no servía, era su voluntad la que permitía abrirse cualquier puerta, igual que su ama, y ninguno de los dos permitirían ser manipulados, sabían bloquear su mente a conveniencia.

Buceó brevemente en la mente de Cayo Julio César. Su ama ya le había mostrado, mirándolé a los ojos, la historia de este sujeto. Ya sabía su final. Pasó su vista a Servilia, la asesina de César al obligar a su hijo Bruto y a los demás al regicidio, sólo por sentirse ofendida como amante despechada, aunque arguyera que se trataba de salvar la República.
Se detuvo en Marco Antonio. Interesante especimén. Un fornicador como todos los de la época. Amante de Atia, no se cortó en decirle, en una de sus discusiones, que era una vieja arpía. Pero luego volvió a recuperarla porque no conocía una amante tan buena como ella.

El huargo miró a Octavia, la hija de Atia. Era feliz en su matrimonio, pero su madre ordenó al judío -y amante suyo- Timón, asesinar a su yerno para poder casar a su hija con Pompeyo el Grande cuando este enviudó de Julia, la hija de César, por un mal parto.
De nada sirvió, Pompeyo rechazó a Octavia y matrimonió con otra mujer. Eso sí, después de haberse beneficiado a Octavia, ya que su madre insistió en ello antes de los esponsales.

Lobo Gris no entendía mucho del comportamiento social de los humanos, pero su ama le había mostrado lo suficiente para saber que la gente detrás del vidrio no era buena.
Vió en los ojos de Octavia y de Servilia que serían amantes. Vió que Servilia, loca por acabar con César, obligaría a esta a seducir a su hermano Octavio: "Los amantes no tienen secretos". Octavio había sido testigo de un ataque epileptico de César, pero juró callar. Su hermana se lo sonsacó al acostarse con él y Servilia lo usó para incitar a su asesinato.

El enorme lobo se sentía harto de ver lo que veía. No le extrañaba que su ama anduviera cansada, prácticamente agotada, pero él seguiría ayudándole.
Echó un último vistazo a los soldados de la XIII legión, Publio Voreno y Tito Pulio. Encontró algo interesante, pero no imperativo. Y se durmió, con un ojo abierto. Bueno, sabía que su ama dormía con los dos ojos abiertos, pero en fin.

Continuará...

2 comentarios:

  1. Nada, que a on Lobo se le van a hinchar los cataplines y la va a liar gorda. Oiga, no hay una sola familia en este planeta que lo lleve bien, eh?
    Nada, que Octavia estaba de buen merecer y el cretino de Pompeyo no desaprovechó la ocasión. Y eso que todo estos no vivieron en la Marbella legendaria de la jet set, porque se lo habrían pasado chupi, a que sí?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A Lobo Gris solo se le hinchan los cataplines si hacen daño a su ama, y aún así, es consciente de su deber, de lo que ella espera, por lo que es capaz de dejarla momentáneamente para ir a cumplir las órdenes. Ya verá, ya, sabe más que el lugarteniente.

      La gentuza con poder siempre ha sido y será así, viva en la época que viva.

      Eliminar

Lamentamos que exista moderación de comentarios, pero es necesario debido a ciertos anónimos muy persistentes.