martes, 23 de abril de 2013

Anécdotas de un mejillón y una leona ( XVIII )




Desnudos integrales sí, pero no para la censura ( I )

El relato de hoy, en el que se recogen diversas vivencias y anécdotas en torno a un bodrio teatral de relativo éxito, también habla de mi primer y último desnudo teatral.
Alfredo Vázquez no tenía talento como actor ni como escritor, pero reunió el dinero suficiente ( 100.000 pesetas de entonces ) y plagió una obra de teatro para lanzarse con su propia compañía. La obra era "El secuestro de un fontanero" de Manuel Pozón ( hermano de Teresa ) que ya se había representado en las carpas, y la obra de Alfredo Vázquez, con los oportunos "arreglos", se tituló "El secuestro de un fontanero al desnudo" Me consta que Manuel Pozón le denunció - aquello fue muy comentado en círculos teatrales - pero no sé en qué quedó la cosa.
El elenco lo formábamos Carmen Lagar, Ofelia Araujo, Conchita Criado, Alfredo Vázquez, Paco Barea y yo. Los protagonistas eran Carmen Lagar y Alfredo Vázquez. Ya he dicho en un principio que la obra era un bodrio, pues si bien tenía un pase el texto original de Pozón, la "versión" de Vázquez convertía este en una auténtica chapuza teatral a base de chistes zafios. Pero se trataba de hacer dinero y aquel era el "momento histórico" adecuado para los desnudos. La gente acudía por morbo y muchos se lo pasaban de maravilla, el mismo público de escaso nivel intelectual con que contaba Ozores para sus españoladas. Hubo un pueblo incluso, creo que de la provincia de Burgos, en donde la función se estiró hasta cerca de tres horas porque el público no paraba de reír.
Y tras hacer un montón de pueblos, aterrizamos en Valencia, nada menos que en el Teatro Alcázar.

Desnudos en Valencia.

Al llegar a esta altura del relato tengo que precisar que ni Paco Barea ni yo aparecíamos desnudos en escena. Se desnudaban Carmen Lagar y Alfredo Vázquez, los protagonistas. Pero algo iba a cambiar muy pronto. Un mes estuvimos en el Alcázar y con excelentes resultados en taquilla. Sin embargo, la compañía de Pastor Serrador, que actuaba en el Teatro Principal, suspendió función en varias ocasiones por falta de público. Y algunos días venían a vernos y se sentaban en la parte de atrás del patio de butacas. Así conocí a Simón Cabido, que actuaba con Pastor Serrador ( Uno o dos años después coincidiría con él en Barcelona. Simón estaba entonces con la compañía de revistas de Juanito Navarro y actuaban en un teatro del Paralelo. También iban con ellos Bibí Anderson y Miguel Caiceo. Unos cuantos años más tarde, cuando ya existían las televisiones privadas en España, Simón popularizó en Tele 5 su personaje de "Doña Croqueta")
Pues la cosa es que Paco Barea y yo urdimos sorprender a la compañía y al público con nuestros desnudos. Y en una función en la que el teatro estaba abarrotado, nos mostramos en pelota picada para mayor gloria o bochorno del arte de Talía. Pero justo es que lo narre con todos los detalles: El argumento era que una madre y sus hijas nos tenían secuestrados para obligarnos a casarnos con ellas, y no podíamos huír de casa porque nos habían escondido la ropa. Estábamos con unas sabanitas que nos cubrían de tal modo que parecíamos griegos o romanos en película de Hollywood, enseñando mucha cacha y mucho muslo. Y en un momento dado le decíamos al protagonista: "Oiga, a ver si esto se acaba de una vez, que además estamos pasando frío!" Entonces él fingía escandalizarse: "No llevan ustedes nada debajo?!" Y respondíamos: "No, si quiere se lo enseñamos!" Y hacíamos un amago de levantar las sabanitas, pero él nos atajaba: "No, no, quietos!" Sin embargo, en aquella función, en la que previamente habíamos dejado los calzoncillos en el camerino, nada más decir "si quiere se lo enseñamos", levantamos las sabanitas y nos quedamos con las pirulillas al aire durante varios segundos. Y entonces sucedió lo que no habíamos imaginado que podría suceder: El público prorrumpió en una gran ovación.
Alfredo Vázquez estaba tan alucinado por la sorpresa nuestra como por la reacción del público. Y nuestras churrillas no eran para aplauso, pues son más bien normalitas, pero el respetable celebraba contentísimo la novedad escénica, la respuesta de unos comediantes desinhibidos a la censura político-religiosa del puto franquismo.
Y a partir de entonces nos desnudamos en todas las funciones de Valencia y en todos los pueblos. Les juro que da morbillo estar ahí arriba y sentir que montones de miradas se concentran en la zona más íntima y limitadamente compartida de nuestro cuerpo.
José Antonio Vázquez, el hermano de Alfredo, que trabajaba como regidor en la compañía, me solía soltar una coña: "Joder, qué picha más rara tienes, tio!" Y es que todavía no me había cortado la fimosis.

( Este relato concluye en el próximo post... en Madrid )

4 comentarios:

  1. ¿Plagios? Vaya hombre, ahora comprendo lo que me ocurrió con uno de los directores teatreros que tuve. Prepáraba un monólogo. Me lo dijo un amigo común que no era actor, precisamente, el que me hizo la foto que uso como avatar. Me dijo que era algo estupendo, muy divertido, así que le pedi que me lo pasara para verlo, ya que si no, en acción no me iba a enterar. Se negó y me dejó a cuadros.
    En fin, "piensa el ladrón...". Me refiero a que quien se negó era el monologuista, no mi amigo.
    Por cierto, al final acabaron muy mal entre ellos porque el "actor" se pasaba con sus bromas de mal gusto. Resultó que estuvo incordiando a mi amigo, quien por entonces tenía 17 años y yo ya era madre de familia, con que se lo montaba conmigo. Cuando Víctor le retiró la palabra, harto ya, al actorcillo no se le ocurrió otra cosa que pedirme que le convenciera para que fuese a ver una de sus actuaciones y retomar la amistad, que había sido un enfado tonto... Naturalmente, yo no sabía nada de eso, conque se lo pedi a Víctor y ahí fue cuando me contó el motivo. No volvi a saber de ese tipo.
    Tenía cierto talento como actor, eso sí, pero... he olvidado su nombre.

    "Españoladas". Lástimosamente es lo que más atrae al rebaño de paletos. Mal pueden gozar de una buena obra si carecen de la cultura necesaria; se aburren, necesitan algo más cercano, bien conocido...

    ¡Excelente anécdota!, la encuentro muy divertida por lo inesperado. Paco Barea y usted le echaron huevos a la cosa, y nunca mejor dicho, je je je...

    Pero bueno, por una parte menciona usted que fue su primer y único desnudo teatral, pero al final dice que a partir de entonces lo hicieron en todas las actuaciones en Valencia. Supongo, pues, que se refiere a una única obra, pero no función.

    Al decir usted que da "morbillo" enseñar la pilila en un escenario he recordado lo que me costó conseguir que mis majorettes actuasen en uno. Nada de desnudos, por supuesto, pero les entró el canguelis por ser la primera vez. Ya lo contaré en una entrada.

    ¡Felices recuerdos!

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  2. Hola!
    Tiene usted razón, he utilizado la acepción menos indicada sin darme cuenta de que podría inducir a equivoco. "Función" puede ser el espacio de tiempo de un evento o representación, pero también la obra en sí, la comedia. "Esta función la hemos llevado de gira"; "Esta función termina el día tal"... Pues sí, en la función, o en la obra, seguimos desnudándonos hasta el último día. ( En mi caso en Madrid, como cuento en la segunda parte de este relato: mañana si tengo tiempo, que ando liadísimo con exigencias de la oficina del paro )


    A mi también me plagiaron mi show humorístico, lo hizo uno que iba de gracioso y no tenía talento, y el muy gilipollas se puso a hacerlo en la misma sala en donde actuaba yo todos los sábados. A partir de ese día registré los textos, que eran mios, en la Sociedad de Autores y en el Registro de la Propiedad Intelectual.

    Espero esa entrada de las "majorettes picantes", je, je!

    Nos vemos!

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    1. No, hombre, no lo ha entendido bien. Nada de majorettes "picantes", simplemente que era la primera vez que actuaban sobre un escenario y lo consideraban tan importante que temblaban de pies a cabeza, algo completamente contraproducente si tenemos en cuenta que debían mover la vara con soltura.

      ¡Buen día!

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  3. Hola!
    Sí, es contraproducente pero es inevitable, los nervios acompañan al artista siempre, a unos más y a otros menos. La cuestión es saber dominarlos.
    Perdone, pero interpreté que al ser jovencitas les daba apuro enseñar las piernas, ya que las majorettes actúan con falditas cortas, y dije lo de "picantes" de cachondeo. Ya sé que no desfilan desnudas por la calle, je, je!
    Feliz día!

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Lamentamos que exista moderación de comentarios, pero es necesario debido a ciertos anónimos muy persistentes.