domingo, 26 de agosto de 2012

VOTACIONES






De nuevo ha habido una entrada no autorizada, con lo que tengo que hacer esta para que aparezca en los blogrolls ya que de lo contrario aparece la falsa aunque no exista al haberla eliminado.

La actual es ESTA.

Ruego a los socios que tengan la bondad de leer las normas.

sábado, 25 de agosto de 2012

VOTACIONES



Damos por finalizada esta actividad para proceder a las votaciones.

Recordamos que:

1- Sólo puede otorgarse un voto.
2- No se puede votar uno mismo.
3- Los votos se dejarán en el relato escogido, en los comentarios. 
4- El comentario ha de ser claro, sin inducir a dudas.

He aquí la lista de relatos:


Rogamos que todos los miembros de la Comunidad voten, tanto si han participado con un relato o no.

¡Muchas gracias a todos!

lunes, 20 de agosto de 2012

A snowman in the Summer.








Las personas que fueron testigos de aquel prodigio de la Naturaleza, jamás lo olvidarán. Algunos viven y aún se estremecen cada vez que lo cuentan porque fue el fenómeno más inexplicable, paranormal, absurdo, extraordinario, asombroso, maravilloso y alucinante de todos los fenómenos habidos sobre la faz de la Tierra. Desgraciadamente no existe ningún testimonio gráfico. Nadie en aquella mañana calurosa de Agosto de 1.958 tenía a mano una cámara fotográfica porque no era habitual pasearse por la calle con una cámara como hoy en día. Algunos poseían cámaras pero en aquel momento las tenían en sus casas. Tampoco se le ocurrió a nadie ir corriendo a por ella porque no existía la obsesión neurótica por fotografiarlo todo como en los tiempos actuales.

El que dio la voz de alarma fue Mister Preston, el arquitecto inglés que dirigía las obras de restauración de la iglesia románica. Entró en la taberna del pueblo como un ciclón y gritó:
- Is there a snowman in the beach!... Is there a snowman in the beah!
Nadie le entendió por la diferencia idiomática reinante y porque es muy difícil entender a los ingleses cuando se empeñan en hablar en inglés. Con lo fácil que es hablar en español, coño!
Mister Preston se dio cuenta al momento del error, evidentemente causado por el nerviosismo, y recurrió a su precario español:
- Hay un muñeco de nieve en la playa!
Lo primero que pensó la mayoría es que había bebido. Hablar de muñecos de nieve en una mañana tórrida de Agosto era la mayor estupidez que se le podía ocurrir a alguien, y más en un pueblo de la costa levantina en donde sólo tenían referencias de la nieve por el NODO.
Pero fue tal la insistencia del anglosajón que varios lugareños se dejaron arrastrar hasta la playa, entre ellos el Padre Glorialdo, párroco del lugar. (Aún faltaban varios años para que el venerable sacerdote se volviese loco ante la aparición de los primeros bikinis en el pueblo. Ver relato "Bikinis")
Y, efectivamente, allí estaba el níveo muñeco, todo un clásico muñeco de nieve, de nieve auténtica como pudieron apreciar al instante, con su chistera, su bufanda roja y su zanahoria por nariz. Y lo vieron de chiripa porque el sol radiante ya estaba empezando a derritirlo.

"Esto es obra del Demonio!" - sentenció el Padre Glorialdo - "Una cosa así va contra Natura"
Tocaron la nieve, la olieron y la saborearon para que no les cupiese ninguna duda.
Dicen que el tiempo todo lo borra. "Mentes juiciosas" de hoy en día sostienen que los lugareños y el inglés eran unos cachondos y se les ocurrió la broma de contar este cuento, y que el viejo sacerdote tenía la sesera derritida por el calor y le convencieron como a un primo.
Pues no, la historia es rigurosamente verídica, se lo aseguro a ustedes. The snowman was in the beach in that Summer.
- En español, cojones! (lector mosqueado)

Verano entre montañas







Mariona administraba los dos bares y el restaurante de un club deportivo en una urbanización de montaña. La asociación, que era privada, gozaba de varias instalaciones como piscina de dimensiones olímpicas, frontenis (en la foto. Sí, esa), pistas de petanca y una de polideportivo para fútbol sala y basket.


Tenía un amigo desde hacía años, de otra asociación urbana y ese verano lo llamó para que le echara una mano, pues tenía intención de montar un decorado para una fiesta nocturna en el local social y necesitaba a un tío fuerte porque los del club eran medianenas que no se arrugaban el polo de marca ni que su propia madre se estuviera desangrando ahí al lado.

Todo fue satisfactoriamente y acabado el trabajo, Mariona invitó a su amigo a jugar en el frontenis.
¡¡¡Jooooo!!! Con lo chula que era Mariona jugando, que solía ganar, tuvo que pedir a su amigo que no golpeara tan fuerte, que no podía devolver los servicios porque lo único que podía hacer era parar, pero no devolver con la suficiente fuerza y la pelota se perdía a medio camino.

Su amigo se desternillaba de risa, Mariona sabía que era un guasón de cuidado. Pero... se abrió la puerta del recinto y entró un chavalín de 11 años, hijo de Mariona, preguntando si podía jugar. Esta intercambió una fugaz mirada con su amigo y éste asintió.
Mariona le dió su raqueta a su hijo y se sentó en el suelo, al final de la cancha.

¡Waoooooooooooooooooo! El chavalín lavó el honor de su madre, el "súper" no pudo con él y se le acabaron las risas.


sábado, 18 de agosto de 2012

El último verano








Don Segismundo Escalivado nunca había hecho vacaciones en agosto, dada la naturaleza de su trabajo. Así que cuando su jefe se las ofreció aquel año, se llevo una sorpresa y una alegría. Haré vacaciones como los normales, se dijo.
Pero ya en visperas de los ansiados días libres le entró la angustia. Pues se encontró que no estaba preparado para librar en tan señaladas fechas. ¿Que hacer?¿Debería de hacer un viaje exótico a Cuba o Thailandia?¿Tendría que meterse en uno de esos carisimos apartamentos de la costa?¿Podría acoso hacerse campista?
Eran todo acciones que le disgustaban por la falta de constumbre y las dificultades logísticas que suponía serían necesarias.
Es por eso que retomo un viejo proyecto, echarse al monte, por los caminos y pueblos de España. A la manera de un conocido bate, Labordeta. La televisión cuanto mal hace.
Que mejor forma de conocer el mundo e incluso a uno mismo, ya que el caminar libera los pensamientos y desata la imaginación, tal como ya sabían los filosofos peripatéticos.
Se las prometía muy felices nuestro patético, que no paripatético amigo, recorriendo los paisajes y personajes de España. Mas pronto comenzaron las dificultades.
El Sol, la sed, el sudor y hasta la sangre, le acometieron sin piedad. Pronto llego hasta el extremo de no poder dar un paso mas. Ni que decir que no había ocasión de fijarse en paisaje alguno, pues las señales de su dolorido cuerpo le omnibulaban la mente.
El viaje de placer se convirtio en mera lucha por la superviviencia. Esto loe llevo a interesantes reflexiones. Si simplificamos la vida al máximo, solo nos queda la supervivencia.
La esencia de la vida es la lucha contra la muerte. Todo lo demás es literatura, o cultura. Solo existimos para existir. Ya que la cultura al ser tan diversas no pueden mas que ser falsas. De otro modo habría una cultura, una filosofía o religión común a todos los hombres. Pero solo encontramos variantes de la supervivencia, la mayoría bastante absurdas. Todas insastifactorias.

viernes, 17 de agosto de 2012

Una madre











Hasina estaba maravillada ante aquel espectáculo que se ofrecía ante sus ojos. Era una montaña flotante de formas y colores fantásticos que casi la quitaba la respiración. En su país jamás había visto globos tan maravillosos. Mickey Mouse, Bob Esponja, Dumbo, la Abeja Maya, la Pitufina... Grotescas y divertidas figuras que vagamente recordaban a seres humanos. Eligió una que se llamaba Minie Mouse porque le gustó su sonrisa.
Pensó en lo feliz que se sentiría su madre al verla a ella tan feliz con aquel globo. Hasina era una niña pequeña pero pensaba mucho porque la vida le había hecho madurar muy rápido.
Ella y todos los demás niños y niñas se sentían muy dichosos en aquella visita a España. Estaban conociendo paisajes y gentes extraordinarios, costumbres y comidas distintas a las de su tierra.
La noche anterior al regreso, Hasina estuvo un poco triste y pensó mucho en su madre, en aquella madre de la que tanto amor había recibido.
El avión se elevó y pudo contemplar por la ventanilla una franja enorme del Mediterráneo bañada por el sol. Allí abajo España se fue empequeñeciendo rapidamente hasta que una nube se tragó al avión.
Quizá regresase al año próximo o quizá ya nunca jamás a este país tan fascinante para ella.
La entristecía mucho el hecho de no volver a encontrarse con su madre. Su querida madre había sido apedreada hasta la muerte por unos hombres que se decían santos. Su buena madre había pecado. Aún pasarían muchos años hasta que llegase a entender que era imposible entender a aquellos hombres.

jueves, 16 de agosto de 2012

Pesadilla de muchas noches de verano












- Quiero un helado de chocolate!... Quiero un helado de chocolate!... Quiero un helado de chocolate!...
   - Quiero un helado de chocolate!... Quiero un helado de chocolate!... Quiero un helado de chocolate!...
- No, no y no!... No y mil veces no!
No estaba dispuesta a que se convirtiese en un niño consentido ni a que le volviese a doler el estómago.
- Quiero un helado de chocolate!... Quiero...
Se despertó sobresaltada, empapada en sudor, tremendamente fastidiada por la repetición de aquella pesadilla atroz. Y también se despertó su marido.
- Otra vez la pesadilla, cariño?
- Sí - Suspiró y se levantó a abrir un poco más la ventana. Tenían estropeado el aire acondicionado y no entraba una pizca de aire en la casa. - No es normal, Carlos, no es normal... Todos los veranos la misma historia.
- Ya, y el año pasado no te sirvió de nada ir al sicólogo.
Siete años llevaba Esther sufriendo la misma pesadilla, siete veranos, siete agostos.
Retrocedamos estos siete años:

- Quiero un helado de chocolate!... !Quiero un helado de chocolate!
- Me da igual como te pongas, Carlitos, no estoy dispuesta a que te vuelva a doler el estómago otra vez. Ya has tomado muchas chucherías esta mañana.
- Pues yo quiero un helado de chocolate!
Esta vez se enfurruñó más de la cuenta. Soltándose de la mano de su madre, echó a correr por la acera.
- Carlitos, ven aquí!
Al llegar al cruce no se detuvo. Atravesó la calzada sin advertir que se acercaba una moto a gran velocidad. La moto le atropelló y murió en el acto. El motorista resultó ileso.

Y todos los meses de Agosto, desde hacía siete años, Carlitos volvía a pedir su helado de chocolate en las pesadillas de su madre.
- Ya sé que no te gusta, Carlos, pero voy a consultar a una bruja, ya no me queda otra cosa que hacer.

"Esmeralda de Dios" tenía muy buena reputación como sanadora de cuerpos y almas, llegando allá a donde no llegaban los curas ni los médicos. Enseguida dio con la solución:
- Debes acudir a la heladería más próxima al lugar en donde murió tu hijo y comprarle un helado de chocolate.
- Y qué hago con el helado?
- Nada, dejas que el sol lo vaya derritiendo en tu mano. El niño entenderá que ya tiene su helado de chocolate y no volverá a molestarte, pues dejará de ser un alma en pena para unirse a otros espíritus más elevados.
No quiso que pasase más tiempo. Esa misma mañana se presentó en la Heladería La Antartida y pidió un helado de chocolate (con dos bolas para que Carlitos estuviese más contento) Salió de la heladería y fue caminando muy pendiente del helado. Se veía un poco absurda sin poder chupar aquel sabroso dulce. Atravesó la calzada sin advertir que se acercaba una moto a gran velocidad. La moto la atropelló y murió en el acto. El motorista resultó ileso.
Carlitos ya tenía su helado de chocolate.

                                                             FIN

Bikinis







Esta historia que les cuento sucedió en un tórrido verano de los años sesenta del pasado siglo en un país del sur de Europa llamado España.
El padre Glorialdo, septuagenario sacerdote ensotanado, fue a hacer su habitual caminata por el paseo de la playa y se llevó un susto morrocotudo: sobre la arena había dos mujeres casi desnudas!
Nadie fue capaz de convencerle que aquello era una moda procedente de Europa y que las prendas mínimas que cubrían mínimamente el cuerpo de aquellas mujeres formaban una unidad llamada bikini.
- No puedo detenerlas, padre, eso está autorizado - le dijo el cabo Modesto, que era el que mandaba en el cuartelillo de la guardia civil - El gobierno quiere que vengan turistas, traen dinerito, y las turistas se ponen bikinis en la playa.
- Qué horror, a dónde ha ido a parar la decencia!... Esto ha dejado de ser la España de la Gloriosa Cruzada! - se quejó el venerable sacerdote. Y en los siguientes días, para desquitarse, se mostró más inquisidor que nunca en su cruzada particular de censurar metros y metros de las películas que llegaban al cine local, una potestad que aún gozarían unos cuantos años más los párrocos de los pueblos. Y al mismo tiempo pasó por varios bares arrancando los calendarios que mostraban mujeres en traje de baño. "También las hay en bikini, Cielo Santo!"
El cabo Modesto le dejaba hacer porque sabía que los pueblerinos le respetaban y porque le quedaban ya pocos telediarios. Además, al cabo Modesto le gustaban mucho las mujeres en bikini. Era un progresista!
Y en la playa, a medida que avanzaba el verano, aumentaba el número de bikinis. Constató horrorizado, cierta mañana sabatina, que ya sumaban siete las mujeres con bikini. "Siete hijas de Satanás!" Y se horrorizó mucho más al comprobar que una de ellas era su sobrina Felisín, la hija de Obdulia.
Aquella tarde acudió a confesarse la beata oficial del pueblo, Doña Anunciata.
- Ave María Purísima.
- Sin pecado concebida, hija. Qué pecados tienes?
Era una pregunta tonta porque ya se la sabía de memoria, pero en esta ocasión hubo sorpresa.
- Padre, me siento avergonzada y arrepentidísima. Ayer estaba sola en casa y cometí un pecado muy gordo contra el sexto mandamiento.
"Caray! - se dijo para sus adentros - esta mujer está desvariando"
- Me puse el bikini de mi nieta para ver qué tal me sentaba.
La sentaba como a Ghandi un kalashnikov porque el bikini es para llevarlo con tetas, pero el padre Glorialdo se escandalizó y la puso una penitencia muy gorda: rezar el Rosario en la playa al mediodía, cuando más apretaba el sol.
Mediado el mes de Agosto se contaban catorce mujeres en bikini sobre la arena caliente de aquella playa degenerada.
El sufriente padre empezó a sentirse mal y tuvo que ser internado. Falleció una semana después y fue muy llorado por toda la gente mayor, pero en el funeral apenas hubo mujeres jóvenes.
Ese día, en la playa, se podían contar, hasta veintiuna mujeres en bikini.
                                                               

                                                Fin

( Directamente de fábrica al consumidor, sin pasar por el archivo intermediario)               

martes, 14 de agosto de 2012

Vicentín en la playa





El matrimonio formado por Vicente y Esperanza tenían tres razones importantes para acudir a la playa ese día, la primera que estaban en pleno verano, la segunda que lucía el sol maravilloso, nada de extrañar en la costa levantina, y la tercera que hacía tiempo que no sacaban a Vicentín de casa, con lo que le gustaba al niño la playa!

 



Vicentín jugaba con el cubo, el rastrillito y la palita metiendo y sacando arena, como casi todos los niños pequeños, al menos los que aparecen en acuarelas o en fotos simpáticas anunciando algún producto. Vicentín estaba en su mundo pero Vicente y Esperanza discutían.
Sí, sí, de acuerdo, - decía Vicente - un día estupendo y todo eso, pero no creo que lo más acertado haya sido venir a la playa.
- Siempre con tus tonterías, Vicente, qué tiene que ver la crisis con que nos apetezca venir a la playa?
- Pues mira, hay poquísima gente por aquí, todos los demás están en casa.
- Pues ellos se lo pierden, leñe!
Interrumpió Vicentin dado gritos:
- Mamá, papá, un avión, un avión!
- Qué te he dicho, Esperanza, un avión, ahí lo tienes.
- Santo Cielo, qué tiquis miquis eres!
Y entonces asomó doblando el cabo un barco de guerra. El avión enfiló directo al barco y cuando lo lo tuvo debajo le lanzó varias bombas. El barco no reaccionó a tiempo para defenderse y a los pocos minutos se hundía en las mansas del Mare Nostrum.
- Anda, vamos levantando el culo y pitando para casa. Ves como tenía yo razón, Esperanza?
- Vale, para ti la perra gorda. Chico, parece que eres tú el que provocas todo lo negativo!

A Vicentín le llaman ahora Don Vicente y ya tiene 81 años. Es un hombre con muy buena memoria y nunca ha olvidado aquel día en el que sus padres le llevaron a la playa y vio como un avión de guerra bombardeaba a un barco de guerra. Corría el mes de Agosto de 1.936.

lunes, 13 de agosto de 2012

El duendecillo del sandcastle.





Padre e hijo se afanaron en concluír su sandcastle. Estamos en Inglaterra, en Blackpool, en la playa... in front of Irish Sea.
Es Agosto pero puede llover en cualquier momento. Hay muy poquita gente en la playa. Tampoco se ven muchos barcos en este trozo del Mar de Irlanda.
Ya está terminado el castillo de arena.
- It's beatiful, daddy!

   El niño está emocionado y el padre sonríe orgulloso. Se le ocurre algo para avivar su fantasía, como si los niños no fabricasen la suficiente fantasía en sus mentes.
- The sandcastle is magic!... - El niño mira al castillo con los ojos abiertos como platos - Un duendecillo ha cruzado el Mar de Irlanda en dos segundos y se ha introducido en nuestro sandcastle. A lo mejor si le pides un deseo te lo concede.
Había menos nubes en este momento. El azul del cielo se fue extendiendo y asomó el Sol. Una cascada de luz iluminó la playa. Agosto se hizo más Agosto y menos Agosto inglés. Pasó un enorme avión por encima de ellos. Sintieron calor , la temperatura había subido. Se vieron rodeados de niños y mayores por todas partes, de toallas y sombrillas. Miraron hacia atrás y el paisaje había cambiado por completo, y en donde antes estaba el ancho paseo de Blackpool, había ahora un paseo más estrecho y al otro lado una hilera de casas blancas de una planta.
- Look, daddy!
Y el padre miró hacia donde señalaba el niño, hacia el mar. La línea del horizonte había desaparecido y en su lugar se veía una larga franja de tierra con muchos edificios altos.
Sintieron unas ganas inmensas de bañarse y así lo hicieron. El agua estaba templadita.
- Oh, It's very good, daddy!
Chapotearon a placer durante cerca de veinte minutos, rodeados de nadadores y nadadoras, de chapuzones, de risas, de una alegría especial como nunca habían sentido en su vida, sin preguntarse por la razón de aquel prodigio, como si todo aquello fuese lo más natural del mundo.
La temperatura del agua se fue enfriando, lo que les obligó a regresar a la arena rapidamente. La playa volvía a ser la de antes, con poca gente paseando o jugando sobre la arena. El cielo dejó de estar claro y el sol se escondió tras una nube muy grande. Desapareció La Manga del Mar Menor y dejaron de pasar los aviones llenos de ingleses deseosos de tostarse con el Sol del Mediterráneo.

La playa de Los Alcázares ya no estaba, pero ellos seguían estando en Blackpool Beach, in front of Irish Sea, enfrente del Mar de Irlanda y sus frías aguas, sus muy frías aguas!
El castillo de arena continuaba en su sitio. Se sentaron sobre sus toallas y miraron al mar. Fue entonces cuando comprendieron la magnitud del prodigio.
- My God, qué ha pasado, hijo mio?
El niño lo sabía.
- Pues que el duendecillo del sandcastle me ha concedido el deseo. Thanks for everything!

                                              THE END

 

( Disculpen por toda la palabrería inglesa incluída en el relato. Un poquito ha sido por situar a los personajes en su tierra y un poquito por esnobismo. Sorry! )       

domingo, 12 de agosto de 2012

¿Playa? ¡Nunca más!



A Catalina no le gustaba la playa. De adolescente lo pasó muy mal, obligada a ir por sus padres. El sol le disgustaba, le producía dolor de cabeza y el agua de mar le dejaba la piel asquerosa, con los dedos pegajosos sin comprender el motivo.
Pero de eso hacía ya muchos años y cuando su amiga Paqui la invitó a visitarla en la playa de San Juan donde trabajaba, decidió aceptar aunque eso sí, convencida de que no se iba a mojar ni mucho menos tenderse "a la parrilla".

Siguiendo las indicaciones de su amiga, pisó la arena en la zona donde ésta trabajaba y...



Lagarto lagarto. A cuadros se quedó.

- Diosssssssssssss. ¿Ya se fríen como huevos? Antes se asaban como gambas. Debe ser cosa de los recortes.

Siguió su andadura por la arena hasta llegar al chiringuito donde Paqui tenía su feudo.
Besos y abrazos sin fín, el reencuentro de dos amigas que en realidad, era la primera vez que se veían en persona porque se habían conocido a través de la Red, mediante blogs.

- Bonita playa, Paqui. ¿Y cual es tu cometido aquí? ¿Eres socorrista? ¿Biológa de cetáceos? Cuenta, cuenta.

Paqui dejó ir un suspiro y finalmente se decidió a responder.

- Un poco de todo, guapa...

Catalina no lo acababa de entender, así que Paqui la agarró por el brazo y le hizo acompañarla por la playa.




- ¿Ves a ese par de focas glotonas? Pues tengo que vigilarlas, no sea que tengan un corte de digestión en el agua y nos carguémos nosotros el marrón.

Aturullada, Catalina preguntó si sólo había focas de esas a las que vigilar, pero Paqui la arrastró un poco más y le mostró una escena donde justo, acababa de pasar una anecdóta divertida:



Paqui corrió al rescate del cachalote, desternillándose de risa por lo bajinis.

- Ostras tú, esta profesión es de alto riesgo - pensó Catalina- Socorristas o biológos, no cobran lo debido para tanto peligro.

Y al día siguiente se fue, con la excusa de que había recibido una citación del juzgado, lo primero que se le ocurrió porque era lo más inocente ante el evidente peligro playeril.

jueves, 9 de agosto de 2012

Gumersindo: el buen playero





   Llegado el día 1 de julio de 2012, Gumersindo pudo descansar al fin de su sufrido trabajo como funcionario en el Ayuntamiento de Altea  (Alicante).
   Tenía dos meses de vacaciones por delante, y, tras mucho pensarlo mientras expedía certificados de empadronamiento, decidió que, al menos, las primeras semanas de sus vacaciones las pasaría en su ciudad, disfrutando de las playas que existían en Altea.
   Gumersindo era un hombre un tanto ingenuo (por supuesto, su cargo en el ayuntamiento lo había conseguido gracias a su sobrino, que era concejal, y no gracias a sus logros y esfuerzos). Por ese mismo motivo, tuvo varios problemas en las playas, debidos siempre a los demás playeros, intolerantes y pacientes ellos.. Mencionaré también que Gumersindo tenía una gran facilidad para ofenderse, y que cuando se ofendía, era muy propenso a abandonar sus propósitos.
   El día 1 de julio, en torno a las 18:00 PM, Gumersindo se dirigía a la playa que le pillaba más cerca de casa. Gumersindo caminaba con la nevera, las toallas y la sombrilla, con todo ello cogido en brazos y puesto delante de la cara, de tal forma que carecía de ángulo de visión central. Milagrosamente, llegó a su destino sin percances, a pesar de haber tenido que atravesar varias calles muy transitadas y cuatro pasos de peatones. Dado que  tenía sombra, comida y con qué secarse, su estancia en la playa también transcurrió sin percances. No obstante, quiso el destino, a veces tan bienhechor, a veces tan injusto, que cuando volvía a su casa, y estaba ya cerca de aquélla, al doblar una esquina, chocase de frente con una niña a la que no vio por culpa, en concreto, de la nevera. Por ir Gumersindo bastante rápido rápido, y por no tener la niña en ese momento más que ocho años, ocurrió que ésta cayó al suelo, quedando tendida en plancha. Aunque Gumersindo notó la colisión, no se detuvo, y como la niña se había había alzado un poco en el suelo para levantarse, Gumersindo tropezó con ella y también se cayó, escapándosele la nevera vacía, que por eso mismo era muy liviana. Cayó en medio de la calzada en el preciso instante en que pasaba un tráiler, que la arrolló, haciéndola pedazos.
   La niña, de nombre Lucía, y Gurmesindo, se pusieron en pie, y se miraron. Gumersindo tenía una gran nariz aguileña, y el pelo negro y rizado. La niña, por su parte, era de piel bastante blanca, los ojos de color azul grisáceo y el pelo liso y rubio con un lazo rojo a la izquierda, a la derecha viéndola de frente. 
   A pesar de que la niña era consciente de que la culpa era de Gumersindo, por ir como iba, en una muestra de honradez y educación, cosas ambas hoy día escasas, le dijo a Gumersindo:
   —Perdón, lo siento muchísimo...
   Pero Gumersindo no la dejó seguir:
   —¡Me has roto la nevera! ¡Vete a donde no te vea, y no te vuelvas siquiera para mirarme!
   Con gran remordimiento y pesar, Lucía siguió su camino. Gumersindo, por su parte, se sintió profundamente ofendido y dolido por aquello.
   Durante los dos días siguientes, los hechos que siguieron requieren menos explicaciones, si bien marcaron a Gumersindo bastante más que el encontronazo con Lucía.
   El día 2 de julio, soplaba un viento espantoso. Aun así, cuando llegó a la playa, Gumersindo clavó su sombrilla inclinada hacia el lado contrario del que soplaba el viento. Luego se fue a recorrer la playa en busca de bebidas, pues, al haber perdido la nevera, no podía llevar él las suyas. Intentó robar a dos negros vendedores ambulantes, a varias familias y en tres chiringuitos, pero en vano. En todos los casos fue agredido de forma física y/o verbal, y eso, por supuesto, hirió su sensibilidad, así que volvió a por sus cosas, dispuesto a irse. Pero cuando llegó, sólo encontró las toallas, pues la sombrilla se la había llevado el viento a varios hectómetros de distancia, pero Gumersindo pensó, por supuesto, que se la habían robado. Eso lo enfadó aún más.
   El día 3 de julio, Gumersindo llegó a la playa sin percances, sólo con sus toallas, las cuales dejó casi en el rompeolas. Gumersindo nadó hasta que ya fue de noche, y cuando salió del agua... ¡sus toallas no estaban! Su las había llevado la marea, pero Gumersindo pensó que se las habían robado.
   Gumersindo regresó a su casa en bañador, y por el camino, a la luz de las farolas, reflexionó sobre lo que había pasado. Al final, llegó a la conclusión de que el problema estaba en la gente de la playa a la que él iba, que era incapaz de aceptarlo y comprender sus problemas y necesidades.
   «Mañana mismo», pensó, «me voy a otra playa».
   ¡Malditos playeros!

miércoles, 8 de agosto de 2012

De veraneo con un chalado al volante




¡Brrrrrrrrumb! ¡Brrrrrrrumb!
Elena estaba harta del mismo camino anual, sentada junto al esquizofrénico del volante que no paraba ni para mear.



- Pepe, para, que tengo pis.
- Espera. Un poco más.

Y Elena se retorcía en el asiento del copiloto, tal que si intentase provocar sexualmente al majadero que sólo veía kilómetros.
Respiraba con jadeos, como si estuviera dando a luz. "Sopla, sopla". Tenía en la mente los consejos de las comadronas después de dos partos y pensó que tal vez fueran eficaces para impedir una salida no deseada de momento, hasta que el tocacosas se cerciorase de que todo iba bien y no había cordón umbilical arrollado al cuello.
"¿Pero qué idioteces estoy pensando?" se dijo. "¡Que me meo, coño!".

- ¡Pepe, para! ¡Que no me aguanto más!
- Espera cariño, un poco más adelante.
- ¡O paras o pido auxilio a los picoletos del cruce!

Y Pepe, sabiendo que Elena era capaz de esto y mucho más, puso el intermitente y se desvió dulcemente a la derecha, ante uno de los bares de carretera que la jalonaban constantemente.
Elena salió disparada como si la quisieran violar. Entró en el establecimiento y echando un entendido vistazo, se dirigió directa a los servicios.
Al salir (con una cara que daba muuuucho miedo), encontró al psicópata del volante en la barra, degustando una cerveza fresquita.

- ¿Qué quieres tomar, cariño?
- Te lo diré en el coche. Vamos.

Perplejo el Fernando Alonso de Sevilla, la siguió. Sabía que más le valía cuando Elena estaba así.
Una vez dentro del coche, Pepe quiso chulear.

- ¿Y ahora qué te pasa?

Se calló al recibir en todos los morros un paquete húmedo y de olor no agradable precisamente.

- ¿? Pero... pero...
- ¡Esto son mis bragas, cretino! Y como no pares cuando te lo diga, vas a conocerlas más a fondo.

Pepe enfiló de nuevo la carretera en silencio. Pero como era como era sin remedio, recibió más impactos de esos a lo largo del viaje.

Los hay que no aprenden ni a la de tres. Ni cinco. Ni cincuenta.

martes, 7 de agosto de 2012

La Tortuga Matilde




 
Este cuento lo escribi en octubre, para mi sobrina que estaba en P3 del Ramón Llull, precisamente en las Tortugues


La Tortuga Matilde

Había una vez una tortuga que se llamaba Matilde. Siempre estaba triste por que era la más lenta de sus amigos, era la que menos fuerza tenía, era muy fea, verde  y encima con aquel caparazón que debía llevar de un lado a otro de la tierra.
Matilde le habría gustado ser rápido como la liebre, tener la fuerza de un buey, ser tan hermoso como el pavo real, poseer los colores de  las mariposas,  o por que no volar como sus amigos los pajaritos del bosque que rodeaban su casa  y no llevar esa coraza que era su caparazón.
Sus amigos la intentaban animar, pero ella cada día estaba más triste no había nada que pudiera animarla. ¿Que podían hacer ellos para hacerla feliz?
Un día sus amigos se reunieron en secreto en el establo del buey, debían hacerla feliz por lo menos por un día, para que viera que ella también era un ser vivo con sus bellezas y que no debía sentirse infeliz, por no verlas… Ella tenía muchos amigos. Por ello decidieron darle una fiesta sorpresa, estarían todos allí e intentarían concederle todos los deseos… Podría ser rápida como la liebre, podría poseer la fuerza de un buey, podría ser tan hermosa como el pavo real, tener los colores de las mariposas y su verdadero sueño… Volar.
Matilde absorta en sus pensamientos no sospechaba nada cuando Marta, la mariposa le dijo que Pablo, el buey, estaba enfermo y que los demás amigos iban a su establo para hacerle una visita.  Claro que conociendo que el establo estaba lejos, habían decidido que la visita seria para el día siguiente. Matilde a regañadientes acepto esa invitación, no quería que se rieran de ella.
Por eso se acostó temprano y madrugó, quería estar en el establo a la misma hora que sus amigos, debían dar ánimos a su amigo Pablo. Por ello se puso en camino y poco a poco fue avanzando hacia el establo…
Cuando llegó no vio a nadie. ¿Dónde estaban los demás? Le habría engañado su amiga Marta o tal vez, esta vez había ido demasiado rápido. Poco a poco Matilde se acerco a la puerta y toco. Nadie le respondía. ¿Dónde están los demás? Se preguntaba Matilde y volvió a tocar la puerta esta vez más fuerte, tan fuerte que la puerta que solo estaba entreabierta se abrió… Miro y el establo parecía vacio. ¿No habían llegado?

Bueno ya que estaba allí, se llegaría a ver a Pablo, que si estaba enfermo estaría en su cuarto, posiblemente solo, le podría acompañar hasta que llegasen los demás amigos, avanzo lentamente por el establo, el heno caído acariciaba sus patas y era algo que siempre le había gustado le hacía cosquillas…
Llamo a Pablo…
-          Pablo, Pablo… estas aquí
-           Si, Matilde estoy en mi cuarto, no puedo salir. El amo me ha atado, por que no puedo salir, debo descansar.
Matilde llego hasta la puerta y vio a su amigo Pablo, allí atado a la puerta, no parecía que estuviese grave, así que le pregunto.
-          ¿Cómo te encuentras hoy?
De pronto de entre la paja, del techo y de todos los rincones salieron sus amigos que le gritaron…
-          ¡Sorpresa!
Matilde no daba crédito a lo que veía, sus amigos estaban allí, y le habían dado una sorpresa. Pero si no era ni su cumpleaños, ni su santo… ¿a que se debía ello?
Pablo le dijo:
-          Matilde sabemos que no es tu cumpleaños, pero queremos darte unos regalos, para que veas que tus amigos, te quieren.
Carla, la liebre, se acerco y le dijo…
-          Matilde, toma un patinete con el podrás ser tan rápida como yo
Raúl, el pavo real…
-          Yo también tengo un regalo, mira este sombrero hecho con mis plumas podrás ser tan hermosa como yo…
Karina, Sabrina y Nuria… las mariposas se acercaron con unos pinceles…
-          ¿Matilde, nos permites pintarte tu casita?
Y  comenzaron a pintar su caparazón con vivos colores, rojos, rosas, azules… su caparazón era un autentico arco iris de colores. Ella miraba a todos, estaba sorprendida con ese regalo.
Pedro, Nuria, Samanta, José y Carlos, el búho, la paloma, la lechuza, el pato y el ganso respectivamente, se acercaron con un cesto con flores…
  Matilde, sube en la cesta… veras que bello es volar


Cuando Matilde subió a la cesta, sus amigos cogieron con sus picos las cuerdas que sujetaban el asa y salieron a la calle… Comenzaron a mover las alas y poco a poco comenzaron a volar. Matilde no daba crédito a lo que veía, la cesta comenzaba a levantarse del suelo… ¡Estaba volando! Sus amigos le dieron un paseo increíble. Veía las copas de los arboles, veía incluso el rio, y veía su casa.
Al rato la posaron el tierra… ahora ella estaba satisfecha, sus amigos le habían concedido la mayoría de sus deseos.
Pablo, el buey, le dijo…
- Parece que estas contenta, pero te falta un deseo… Ser tan fuerte como un buey. ¿Verdad? Y lo eres, cada uno de nosotros es tan fuerte como su naturaleza le permite. Y tu fuerza de voluntad te ha hecho caminar hasta aquí, solo para visitar a un amigo enfermo, tu fuerza te ha ayudado a no tener miedo mientras volabas. La fuerza no solo radica en el peso que levantas, sino en hacer aquello en lo que crees… Muchas veces has sido de gran ayuda a todos nosotros.
Matilde miraba a sus amigos…
- Como ves –comenzó Karina, todos los sueños se pueden cumplir por muy difíciles que sean si tienes perseverancia, siempre estarán al alcance tuyo
Matilde tenia los ojos llorosos, había cumplido todos sus deseos, pero había descubierto algo más importante, tenía los mejores amigos que una tortuga pueda tener…

FIN

domingo, 5 de agosto de 2012

Concurso veraniego de relatos cortos. 'Sueño de una noche de verano'




No, no me refiero a la comedia romántica escrita por  William Shakespeare, ni tampoco a la obra musical Ein Sommernachtstraum, escrita por el compositor alemán, Felix Mendelssohn, es simplemente eso, un sueño, en una noche de verano.
Llegaron las vacaciones  “mami”, (aclaro, >mami es mi esposa, y yo soy el papi<, desde que hace ya mas de 25 años que nuestros hijos eran pequeños, y empezaron a llamarnos papi y mami) este año te voy a dar una sorpresa, dentro de unos días cuando el trafico este mas calmado iremos a visitar el “país de los cátaros”,  sé que te gustara.
-“Mami”- No me lleves lejos que sabes que a mi no me gustan los viajes largos, como mucho a Benidorm o Caravaca, a ver a tus hermanos, o a Bailen unos días a casa de mi prima.
Pasado unos días, le dije:  “Mami” prepara la maleta. 
-"Papi" donde me vas a llevar,  solo me distes la pista de un país “tártaro” o algo así, y te lo advierto que no me salgas con Turquía. Que no me apetece, que para ver musulmanes, solo tengo que pasearme por Barcelona o alrededores.
-No “mami” te dije “país de los Cátaros”,  iremos a Francia, visitaremos Carcassonne y algunos pueblos mas en la zona del Languedoc, es todo precioso, digno de ver, te encantara, será como pasear por las calles en la época del siglo XIII.
Salimos del Prat destino Carcassonne, unos 400 km, entramos en la autopista hasta la porta catalana, donde comimos a eso de las 14,30 h, mal y caro, (los dos, 60 €) la comida con sabor a catering de dos días por lo menos, pensaba que seria mejor comer en España, pues en Francia después de las 14 h, no te sirven salvo cosas frías de la barra, y en algunos sitios ni eso.
Por la tarde llegamos al Hotel Clarine-Aragón, dentro de la ciudad amurallada, muy bonito y confortable, dimos un paseo por la cité, y a cenar en un restaurante muy romántico y agradable. Por la mañana, visitamos mas “tranquilos” la Catedral de San Nazario, el Castillo Condal y la Casa de la Vila, y como no, un sinfín de tiendas de “souvenirs” de la cité. Además de ser una de las mayores fortalezas de Europa, la Cité es un ejemplo vivo de lo que era una gran ciudad fortificada medieval, se conserva tal y como era en el siglo XIII, con sus 52 torres de vigilancia y defensa, con maniquís vestidos como en la época, colocados como si estuvieran defendiéndose de un ataque enemigo, con fosos y la doble muralla, a pesar de la aglomeración de visitantes, (sobre todo en verano) es digna de ver, sobre todo, todas las tardes del mes de agosto, podremos revivir lo que era una autentica fiesta medieval.
Después, alojándonos en un hotel de Béziers, hicimos visitas a Montpellier y diferentes pueblos, Millau, donde destaca mas que sus construcciones antiguas, el fabuloso puente de la autopista, a gran altura y muy largo, desde él se ve el pueblo como si fuera una aldea de pitufos, Ladève, visitamos la catedral de Saint Fulcran.
Aparte de Carcassonne, la que mas le gusto a “mami” fue la ciudad amurallada en la costa al sur de Nimes. La Ville Fortifiée, Aigues-Mortes, es preciosa totalmente rodeada por unas murallas, en su plaza principal, la place Saint Louis, en cuyo centro esta la estatua a Luis IX ,  el que dio fin a la disputa de los territorios entre él, Rey Luis IX de Francia, y el Rey Jaime I de la Corona de Aragón, cediendo esta, los territorios occitanos que poseía en Francia, a cambio de lo que el Rey francés Luis IX, tenia en este lado de los pirineos.
“Mami” compro dos alcachofas, como jamás en su vida había pensado que existieran, eran casi del tamaño de una coliflor, pesaban dos kilos cada una, vio unos caracoles enormes, como puños de gordos.
En la brasserie la Citadelle, comimos una docena de ostras, dos langosta de mas de 6 centímetros de grosor y un surtido de los frutos del mar, todo vivo y preparado delante de nosotros, regado con chapagne y un vino blanco de la zona extraordinario, a un precio mas que razonable, 120 € los dos, (en otras comidas parecidas pero sin ostras, aquí en Barcelona con vino del penedés he llegado a pagar casi el doble) “mami” quedo encantada dimos unos paseos antes de inicial el regreso a casa pues era el ultimo día.
Esto no es un sueño, ha sido real, la he llevado a ver algunos de los sitios donde yo, por razones de trabajo he estado varias veces, y que ahora jubilado, como el país siga así, si que será un sueño de verano el poderlo repetir, este o cualquier otro viaje, aunque sea dentro de España………
Un fuerte abrazo amigos.

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Relato de ADOGI

sábado, 4 de agosto de 2012

Concurso veraniego de relatos cortos. 'Un día en la playa'






Adalberto Barrientos decidió un buen día ir a la playa.
- Qué caramba- se dijo- la última vez que fuí no tenía pelos en las piernas y creo que está llena de tías buenas...

Y allá que se fue, pedaleándo en su bici.
Cuando las ruedas tocaron arena se apeó, la dejó apoyada en una especie de poste que se elevaba sobre una superficie de cemento con agujeritos, y se dirigió a la arena, recostándose en ella, más feliz que una perdiz.


Nuestro hombre disfrutaba del sol y de las vistas, abuelas socarrimadas como lonchas de panceta y con el tetamen al aire. Quedó un poco perplejo, pero se recuperó prontamente al observar que nadie prestaba atención a lo que él atribuyó un fenómeno paranormal. "Los tiempos cambian", pensó frotándose la nariz y dispuesto a no dejarse sorprender por nada.
En esas estaba, con sonrisa bobalicona, que recibió un impacto en el cogote y no pudo evitar dar un tremendo bote al tiempo que buscaba al agresor mientras aferraba el arma con manos temblorosas.
- Tío, dame la pelota- le dijo un chaval de unos diez años. Y Adalberto se quedó pensando si tenía algún hermano o hermana. Cuando llegó a la conclusión de que era hijo único, el pequeño monstruo ya estaba lejos y se había llevado consigo el arma mortifera de destrucción masiva.

Volvió a tenderse en la arena, aunque con cara de vinagre. Al fin y al cabo, era la suya habitual y poco le había durado la supuesta felicidad playeril.
Se durmió. Y soñó.
¡Dioses de los sueños!



Se vió siendo el capitán Jack Sparrow, terror de los Siete Mares. Y un puñado de islotes desiertos sin nada que ver ni comer, ni vacaviejas grasientas untadas en salsa china ni .
Le despertó de sus ensoñaciones un tremendo ¡CHUNDA CHUNDA! que le hizo saltar sobre la arena.

- ¡Dios mío! ¿Ya es el fin del mundo? ¿No era el nosécuántos de diciembre del 2012? ¡Confié en el director de El Periódico de El Prat y me ha engañado! 

Un somero vistazo alrededor le indicó que, que no se acababa el mundo. Al contrario, los jóvenes del aparato del ¡CHUNDA CHUNDA! estaban la mar de vivos y culebreantes, aunque nuestro Adalberto lo dudase un poco en principio, pensando que eran espéctros de Satanás, pero como el resto de bañistas no se inmutaban...

Volvió a tenderse. Pero... Su mente bullía. "¿Y si toda la gente de la playa es zombi o algo así?... ¡Dios mío!". 
Estaba que no podía más, así que se obligó a pensar en cosas agradables, felices y...



- ¡Ooooh! ¡Qué preciosa es! Así, provocándome con su gracia y salero, sobándose el chocho... Ah... ¿que no era esa?

Y Adalberto decidió irse de la playa, que todavía no se había mojado ni ganas, no fuera que un patín de esos le atropellara y le cortara el cuello, o aún peor, ¡lo matara!
Se bajó las perneras de los pantalones tan concienzudamente como si se hubiera desnudado y corrió a buscar la bicicleta. Pero no la encontró. En donde creyó haberla dejado sólo había un enjambre de bañistas duchándose alegremente.

Nueva actividad




La ministra Teresa Coscojuela ha cortado la cinta inaugural con su gracia habitual y aunque ha estado a punto de partirse los piños como Su Majestad, ella es más joven y goza de mayores reflejos, conque no ha sido nada, un mero trastabilleo que nuestro flamante director de El Periódico de El Prat ha evitado que fuera a más al tomarla firmemente del brazo. Aunque creo que ella le decía "¡Sueltame, que no me caigo!", pero no estoy segura, oigan.

Bueno, pues muchas gracias a la señora ministra por dedicarnos unos minutos de su precioso tiempo, el cual le cuesta un pastón. No sé, lo digo por todos los ministros y ministras que parece sentarles muy mal eso de trabajar media hora a la semana.

Venga, vayamos al grano.
A partir de hoy, todos los miembros de la Comunidad ya pueden publicar sus relatos como 'nueva entrada'. Y que a nadie se le ocurra publicar un debate o un artículo, que me lo como con patatas. ¡Ojo!

CONCURSO DE RELATOS CORTOS VERANIEGOS

1- Cada participante podrá publicar su relato directamente en el blog, como entrada, no comentario.

2- Se admiten -y agradecen- imágenes, aunque sin pasarse.

3- Lo de relatos "cortos", esta vez lo dejo a la elección de los participantes porque con la anterior edición me marearon más que las correas de la pata de un romano. Recordad que lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Según las bases, eran más o menos 60 líneas, lo que considero suficiente para un "relato breve", pero bueno.
4- No hay límite de relatos. Cuántos más mejor para divertirnos.
5- Los votos serán otorgados por todos los miembros de la Comunidad, quedando claro que nadie puede votarse a sí mismo y que sólo se votará una sola narración por autor.

6- Los votos deberán dejarse en forma de comentario en el relato elegido.

7- Se pueden comentar los relatos, pero los votos no se  dejarán hasta nuevo aviso, una vez clausurada la actividad.

Si alguien tiene cualquier duda que lo pregunte aquí.

¡Avante toda, mis bravos marinos!

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RELATOS PUBLICADOS

- Un día en la playa.
- Sueño de una noche de verano.
- La tortuga Matilde.
- De veraneo con un chalado al volante.
- Gumersindo: el buen playero.
- ¿Playa? ¡Nunca más!
- El duendecillo del sandcastle.
- Vicentín en la playa.
- Bikinis.
- Pesadilla de muchas noches de verano.
- Una madre.
- El último verano.
- Verano entre montañas.
- A snowman in the summer.
-

jueves, 2 de agosto de 2012

Hay que conocer y respetar las normas

Por favor, que los nuevos integrantes recuerden que la Comunidad de Blogs de El Periódico de El Prat es un blog participativo para actividades conjuntas regladas y planeadas.
Nadie puede publicar lo que le parezca, todos deben atenerse a la actividad del momento y actualmente estamos en este DEBATE.

Ruego que nadie vuelva a publicar una entrada sin permiso porque perjudica a la vigente al hacerla desaparecer de los blogrolls de actualizaciones, se sustituye por la nueva y permanece ahí, públicamente, aunque yo la elimine y no se pueda leer dicha entrada. Por esto me veo obligada a publicar otra dejando claro que seguimos con el debate emprendido.


Gracias.